Gabriella Ramírez Vázquez (1958, Ciudad de México) nos muestra una ventana a la interpretación de la realidad reciente compartida, ante un hecho mundial sin precedentes: la pandemia. Las obras presentadas en esta muestra son el reflejo de nuestro sentir, pensar y actuar, frente a la situación desconcertante, evidenciando nuestra fragilidad como humanidad, que comprueba el escaso tiempo que se necesita para comprobar lo perecedero de las estructuras económicas, políticas y sociales.
En un proceso de conceptualización congruente con el origen creativo recurrente de Gabriella, las obras fotográficas adquieren un valor narrativo relevante, al ser piezas concebidas desde el confinamiento, la fuente de inspiración es encontrada en el encierro, en la naturaleza limitada de su propio hogar, en elementos orgánicos, temporales y frágiles como son los pétalos de flores, que revelan el paso de la vida en un breve lapso de tiempo, desde el nacimiento de los brotes, el florecimiento que representa la juventud, hasta lo marchito: la vejez y la muerte. Son estas etapas observadas, en un tiempo pausado y alejado de la rutina remota opresiva, en las que la artista pudo reflexionar, para plasmar temáticas que expresan estas deliberaciones iterativas de nuestra repentina nueva forma de vida.
La paleta de color elegida en las obras recurre a una composición estridente, saturada y artificial producida por la edición digital, que contrasta con lo natural de su origen, con la clara intención de representar la lejanía de la realidad provocada por el aislamiento, que nos hace caer en un delirio constante, ese delirio que surge como respuesta al temor de percibir de frente al mundo externo, que nos confunde nublando la mirada a la inmediatez del exterior, al que permanecemos vulnerables.
Esta es una muestra trascendental en la carrera de la artista, un hito que enlaza el antes y el después de su proceso creativo, marca un momento preciso e innegable para replantear el arte de Gabriella como postura, evidenciando un movimiento de resistencia y afirmando que, ante la incertidumbre y la crisis de la humanidad, el arte es el emblema de la permanencia.
Gala Marisa García Herrera
Curadora
